Sin título.
Si ella supiese lo que pasaba por mi mente creo le faltaría tiempo para reprocharme. Si, por que sé que mis pensamientos son un fuego destructor para esa moral que tan bien conserva a esos 76 años.
No es nada grave si lo mirases de un punto de vista métrico, pero cuando estuve en ese segundo piso mirándolo con esa clara expectativa me di cuenta que no era algo tan fácil de sobrellevar.
Me quede estática observándolo a momentos, sintiendo, probablemente, deseos huir pero no abandonar, deseos de aventurarme en algo peligroso pero a la vez de custodiar esa tranquilidad que me cuesta tanto obtener.
Paradojas que mi subconsciente guardaba muy bien.
Fue bastante extraño cuando por fin se dio la oportunidad de hablar de algo.
En su momento me había desesperado al no encontrar forma de acercarme, y cuando en una o dos ocasiones intercambiamos un par de palabras, terminaba huyendo, ocultándome tras la espalda de alguien, buscando refugio a un temor que era reflejo de una obsesión que crecía conforme pasaban las horas.
Recordé ese dicho de que los niños siempre dicen la verdad.
Mientras estuve sentada en la silla y él estaba quieto sobre la cama de cubierta musgo, no faltó el pequeñuelo que nos miró con cara cómplice y luego gritó:” Son pololos…son pololos”
Así como quien refutó mientras lo observaba con un rostro de reproche: “Son primos tonto”.
Ahí fue cuando sentí lapidaciones. Era una verdad que me costaba asimilar.
Él rió.
Seguramente recordaba lo que le había confesado hace un tiempo atrás.
”Primos…” dijo riendo por lo bajo.
Yo conteste con una sonrisa tímida. Excluyente.
De pronto llegó esa respuesta inesperada: “Y que tiene que seamos primos?”
Sentí un gran vacío al recordarlo, Todo era tan obvio. Pasaría en un par de horas, pero a mi ya me carcomía la conciencia.
Siguieron cosas vanas, cosas del hoy, del ayer, mientras que de abajo nos llegaban los gritos que solo han de escucharse en medio de una transmisión de fútbol.
Bastante tiempo había pasado desde que nos vimos la última vez y ahora era como si hablase con un desconocido.
De esos años de nuestra infancia vienen a mi cabeza situaciones vagas, difusas, hasta quizás solo existentes gracias a fotografías cómplices de un álbum ya cubierto por el polvo.
“No me gustan estas reuniones familiares”, dije. “Creo que es por que desde chica nos íbamos temprano”
“Si, me acuerdo…”, respondió pensativo ante mi intervención… “…también me acuerdo que antes nos llevábamos como mal… o no sé (…), como que tu eras media antisocial, te gustaba pelear con la gente…”
Me quede en silencio.
Si hubiese respondido con algo diferente al silencio probablemente hubiese caído en la incoherencia.
“Me acuerdo de muy pocas cosas de mi infancia”, le dije. Y a su mirada de asombro respondí:”Y probablemente aun sigo siendo solitaria”.
Pd:Ahi está mongo.
(:
te quierooo.
1 comentario:
pensaras que soy una ñoña.
xD
son las 1:50
Pero era una promesa que debia cumplir. (:
Mañana ya veré mi cara al espejo. xD
muakkkk!
Publicar un comentario