él pudo ser feliz
recordaba un pasado dorado
que cantaba con gracia rebosante
un corazón de oro brillante
un niño que por hermoso era nombrado
un beso ciertamente acompañado
por la blasfemia más indecente
y aquel guiño de ojo incitante
resultó dejar al pequeño devastado
corría su carrera en una pista torcida
y nunca se esforzó por escapar del infierno
porque su inocencia no entendía lo que esto era
conociendo su derrota jamás sufrió una caída
y estampó su guerra en el cielo eterno
pues el amor verdadero siempre persevera.